Es 19 de abril de 2020, escribo desde una villa cercana a Barcelona. Es domingo, son las 8:15, llueve y es el día 36 de confinamiento por COVID-19.
Tengo que decir que estos días de confinamiento están siendo reveladores.
He cogido esta mañana de la estantería de mi buhardilla, (que es mi lugar de retiro, de lectura, de meditación y de estudio), un libro titulado LA SABIDURÍA DEL ENEAGRAMA (de los autores Don Richard Riso y Russ Hudson).
Libro que había comprado 5 años atrás, un día que un osteópata me dijo en su consulta que era “tipo 9 del Eneagrama”.
Yo en ese momento no tenía ni idea de qué era el eneagrama y me picó tanto la curiosidad que inmediatamente en los días posteriores busqué y compré este libro, para no dar lugar a olvidarme del asunto.
Así que cuando me llegó, lo leí y releí, alucinando con los datos que me estaba ofreciendo acerca de mi personalidad, datos que yo desconocía, pero que enseguida reconocí y que me parecieron fascinantes, máxime cuando estás en fase de autoconocimiento constante y te das cuenta de que no te conoces en absoluto y que estás en la vida sin prestar atención a lo que realmente importa.
Debo decir que ese fue el desencadenante de buscar y leer otros libros de desarrollo personal que me llevaron al yoga y a la meditación, entre otras cosas.
En ese momento llevábamos ya 7 años sumergidos en la crisis económica globalizada relacionada con la burbuja inmobiliaria, e iba al osteópata a que me ayudara con la Kinesiología Holística a sobrellevar la carga que me producía estar al frente del departamento financiero de la pequeña empresa familiar del sector siderometalúrgico, que habían heredado mi marido y su hermano, cuando el padre de ambos se jubiló, (concretamente de puertas metálicas, las mejores del mundo, dicho sea de paso, www.max-for.com), sector estrechamente relacionado con la construcción y que estaba totalmente afectado por la crisis.
Empresa en la que me tenía que ocupar de pagar unas 6 nóminas cada mes, entre ellas la de mi marido y la mía, seguridad social, impuestos, proveedores y demás suministros.
Temporada durilla que aún no habíamos acabado de superar completamente cuando hemos empezado este año 2020 con otra crisis mundial, en este caso relacionada con la salud pública y en este caso con 10 nóminas que pagar cada mes, entre ellas la de mi marido, la mía y la de mi hijo mayor que hace algo más de un año que está trabajando con nosotros. Y que otra vez comienza a ser producto de temor si falla, estar todos en el mismo barco.
Pero hoy lo he buscado a raíz de otro asunto. Que en realidad, valga la sincronía, volvemos a estar en crisis.
No sé cómo (bueno si lo sé, porque soy una buscadora inquieta y compulsiva… y las cookies me delatan) hace un mes, llegó a mí publicidad acerca de un curso de formación para ser Asistente Virtual.
En ella, se comprometían a dar todos los conocimientos necesarios para llevar a cabo la profesión y entrar posteriormente en una bolsa de trabajo en prácticas.
Trabajar deslocalizadamente, en el horario que a ti te convenga, con los clientes que te resulten agradables y en el sector que más te apasione.
¿Se puede vivir así?, ¿eso es real?.
Pues ahí que me tiré a la piscina, sin explicar nada en mi entorno familiar (porque total, siempre estoy haciendo cursos y a nadie le va a extrañar verme estudiando, y si luego voy súper liada, pues no tener que escuchar el, “vaya forma de complicarse la vida”, ¡a mis 48 años!).
Así que aquí estoy un mes después, envuelta de nuevo en un proceso de autoconocimiento, excitante y secreto.
Y ese ha sido el motivo por el que he buscado hoy el libro, pues me sonaba que, aparte de otras muchas cosas, decía algo relacionado con las profesiones más adecuadas a mi tipo de personalidad. Información relevante en este momento de mi vida que he empezado a dar pasos en una dirección diferente, para conseguir algún resultado diferente en mi vida profesional.
Cambio motivado, dicho sea de paso, por la idea de poder mudarme con mi marido a un lugar junto al mar que nos permita hacer lo que nos dé la gana, básicamente, trabajando en remoto.
Ese es MI sueño. Ya está dicho y escrito.
La formación está compuesta por una serie de módulos que se irán desbloqueando a medida que vayamos avanzando, yo, y otras compañeras de diferentes regiones de la península e islas y de otros países de habla hispana, que también se han lanzado a la piscina y que gracias a ellas, parece que lo que estoy viviendo es real y no una paranoia virtual.
La idea es asimilar conocimientos en una serie de áreas, constituirme como freelance, y colaborar con empresas o emprendedores/as digitales, facilitándoles el trabajo, automatizándolo y liberándoles de tareas, para que puedan conseguir el tiempo necesario para gestionar otras áreas más creativas y de crecimiento para sus proyectos.
Pues volviendo al eneagrama, lo he estado hojeando y esto es lo que dice literalmente:
[Las personas de este subtipo…] Son sobresalientes en las profesiones de asistencia y asesoría, suelen tener aptitudes para los negocios, sobre todo para las negociaciones y detección de recursos humanos.
Si esto es verdad, pues es una información muy valiosa a tener en cuenta para orientarme en la ruta que quiero seguir para constituir mi marca personal y ser coherente con mis valores para posicionarme en un nicho de mercado.
Y claro, eso conlleva a hacer una introspección mínima para ir definiendo a grandes rasgos, a dónde me estoy enfocando. Por lo que cualquier información que sirva para identificar esas opciones, es relevante y un verdadero tesoro.
Es por ello que, recomiendo el Eneagrama con el objeto de obtener información para el autoconocimiento.
Y con el fin de conseguir un auténtico manual de la Asistencia Virtual voy a detallar todos los contenidos y las aportaciones de valor que haya recibido en el recorrido de este proceso, para que sirvan de guía a otras personas que quieran emprender un camino similar, de libertad financiera, libertad horaria y libertad de localización geográfica.
En el que intentaré definir cómo me siento en cada etapa y en el que pueda ver al final del camino, cómo se resuelve. En definitiva, si realmente constituyo mi empresa. Si consigo encontrar el nicho al que enfocarme, en función de mis gustos y con la finalidad de poder trabajar haciendo algo que me apasione y que vaya en coherencia con mi propósito de vida.
Si, surgen clientes o de qué manera debo buscarlos. Si comienzo a facturar y a qué precios. Cómo me enfrento a los temas fiscales derivados de mi propio negocio.
Y, en conclusión, si llego a conseguir un resultado que finalmente me lleve a tener que desvelar “mi secreto” y explicar que durante el confinamiento me he convertido en Asistente Virtual, que estoy generando ingresos, que he descubierto cuáles son mis pasiones y que soy una persona nueva, emprendedora y capaz.
¿Te imaginas? ¡¡¡Qué divertido, por favor!!!
¡Está diluviando, suerte que no tenemos perro!